Miss Normalidad

((Privado para Alice n.n.))

Ya llevaba unos pocos días en Hogwarts, me había encontrado con algunos de mis amigos y amigas, entre ellas, con Dominique. Aunque casi siempre la vi como algo más que una amiga, pero este año me había puesto en mente que dejaría de ser así. Debía olvidarme de estupideces que jamás se harían realidad. Además, yo me conformaba con que ella me hablara. Eso realmente me alcanzaba y me sobraba.
Reprimí un pequeño bufido en la clase de Historia de la Magia y miré por la ventana de manera distraída. Todos realmente estaban consternados en la clase, ¿pero que podía decir yo?, precisamente no era una de mis clases favoritas. Sin embargo mi padre decía que era bueno tener algo de cultura y por ese motivo la había tomado este año, como cumpliendo una de sus voluntades luego de su muerte.

Sonreí tontamente, anotando un par de cosas en mi pergamino, entre ellas mi tarea, y luego de aquello sonó la campana que anunciaba la finalización de la clase. A lo cual el gran murmullo entre los alumnos se levantó y el ruido de correr sillas y levantar cosas se hizo más fuerte. Sin embargo yo guardé mis cosas con lentitud y cuidado, pues ahora tenía una hora libre, dado a que no había tomado ninguna materia, solo esperaba que ningún profesor me pillara por ahí tan alegremente y feliz sin hacer nada. Pues lo más probable sería que me metan en alguna materia más. Yo no quería eso, ¿verdad?.

Entonces me acoplé solo entre la multitud de alumnos que iban hacia diferentes lados, pero yo me dirigí con el pequeño grupo que iba a la clase de Herbología, solo que mi camino se vio desviado, hacia el bosque prohibido. Además, asumía que no debía de verse tan tenebroso a estas horas, especialmente porque había un bonito e inusual sol en el cielo, incluso para estas épocas. Sin duda alguna no podía desaprovechar una ocasión como aquella. Y para variar, quería salir de la anormalidad de mi vida. Que hechizos por aquí, que pociones por allá, alumnos y alumnas perfectas. ¡Basta!, necesitaba un poco de aliento.

Y aunque resultara estúpido, tanta perfección y a la vez anormalidad me recordaba a mi reciente padre fallecido. El amo y señor de la perfección. ¿Por que el alguna vez creyó que yo podría acoplarme a esa perfección esperada?. Chisté con la boca y me tiré de mala gana en el piso, aventando mi mochila a un lado con cierta molestia. Y me quedé callado. Callado pero escuchando el silencio del bosque. O al menos el silencio natural. Ese en donde oyes el ruido de los árboles, las plantas y cualquier otro ser vivo que está a tu alrededor.

De todas formas yo me sentía mal o con bronca. -No puede ser.- Solté de mis labios, mientras golpeaba la parte de atrás de mi cabeza contra el árbol y la dejaba allí, manteniendo los ojos cerrados. Apreté mis labios y mis puños con molestia y no pude creer por todas las etapas que estaba pasando. Primero tristeza, luego nostalgia...¿ahora enojo y bronca?. ¿Cual era la siguiente etapa para asumir una muerte?. ¿Llorar?. -Por Merlín, no.-

Me llevé una mano a mi cabello y la revolví con molestia. Abrí mis ojos y luego divisé una especie de movimientos entre las hojas de un arbusto. Pero no le presté mucha atención, probablemente era algún animal de por allí. Daba igual, nada me rescataría de la anormalidad de Hogwarts -de la que hoy me había cansado- y mucho menos mis problemas.

Luego de una cansada clase de pociones en donde Alice creía que jamás iba a terminar, sobre todo porque su compañero de banco (un amable pero parlanchín Hufflepuff) no paraba de decirle lo que tenía que hacer. Sí, era bueno de vez en cuando trabar nuevas amistades, pero de ahí a que el chico casi pasara las dos horas de clase con sus múltiples instrucciones que según él le funcionaba, era diferente. Terminó todo con que la poción explotó en su cara y por consecuencia en la ropa de la chica. Se sentía inmunda y bastante avergonzada, pero en vez de mortificar al pobre chico que a duras penas había logrado entrar a pociones, lo había ayudado a limpiar todo y se había retrasado para su próxima clase. Quizás sería bueno darse un tiempo de descanso, después de todo seguía Criaturas mágicas, una materia que precisamente no necesitaba para su carrera de sanadora.

Por eso precisamente decidió irse a los terrenos de Hogwarts, quizás un poco alejada de donde estarían sus compañeros con el profesor. Necesitaba relajarse sin sentir que su vida peligraba cada vez que entraba a esa clase. Un día no estaría mal, después podría pedirle ayuda a algún compañero de buena voluntad que deseara quedarse un poco más de rato ayudándola, hasta al mismo profesor, quizás.

Se dirigió tranquilamente hasta el bosque, al lado contrario donde se impartía la clase. Era un lugar tranquilo, ya que casi nadie se atrevía a ir debido a todas las leyendas que existían en torno al lúgubre sitio. Se encaminó con serenidad por el pasto mojado, debido a la lluvia del día anterior. ¡Qué relajante se sentía! Hasta pensó en sacarse los zapatos, pero luego se dio cuenta que no era lo más conveniente, hacía frío después de todo.

Ya en el lugar se dirigió hasta unos árboles que parecían cómodos, pero se dio cuenta de algo quizás un poco tarde: un chico. Tropezó con una rama sobresaliente y causó que unos ruidos hicieran asustar al chico, pero luego volvió a la normalidad. Quizás la había tomado como un animal. No estaba tan incorrecto. Lo observó como una acosadora cualquiera, lo conocía de vista, iba a sus clases de transformaciones y era asquerosamente guapo. Se sintió medianamente cohibida, pero ya que, ambos estaban solos y no iba a echarse atrás entonces. Salió de los arbustos y se dirigió a su lado.

-¡Hola! –Saludó tranquilamente, mientras se paraba a su lado y le sonreía hacia abajo. Él parecía cómodo en su posición, por lo que no esperó a que se levantara y ella misma quedó a su altura para tenderle la mano para que se saludaran, le volvió a dedicar una sonrisa amable, ya que esperaba que con eso él no la echara volando de su lugar. –Me llamo Alice. ¿Me puedo sentar?

Cerré mis ojos, no sabía si era una buena idea dormirse en el bosque, pero el ruido del viento y de los pájaros me impulsaba a hacerlo. Había demasiada tranquilidad y soledad en el lugar, lo cual era magnífico, pues pocas veces en el día logras tal clímax. Si, el equilibrio perfecto, eso era lo ideal para todos los humanos, ¿no?, incluso para los animales. Por lo cual, lentamente comencé a relajar mis músculos y dejando que mi mente se fuera a volar junto a muchas otras ideas abstractas y confusas que de vez en cuando surgían en mi interior.

Increíble lo que se podía ver con el solo hecho de no pensar más. Pero aquello se vio nuevamente interrumpido por el ruido de arbustos, a lo cual volví a abrir mis ojos, mirando curiosamente a mi alrededor. ¿Debería sacar mi varita?. No, quizás era demasiado precipitado, por eso simplemente dejé mi mano apoyada sobre ella, para poder sacarla en un rápido movimiento en caso de que la requiriera.

Sin embargo nada de eso fue necesario, porque de los arbustos solo salió una inocente y adorable jovencita, de una mirada bastante llamativa. Abrí mi boca dibujando una "o" de sorpresa y me quedé así congelado por varios segundos, hasta que finalmente la cerré o parecería un retrasado social. Luego, me dediqué a observarla mejor y me di cuenta que era mi compañera de transformaciones. Yo jamás olvidaba un rostro y menos el de aquella inusual jovencita -incluso para mi-. De hecho, unos días atrás la había seguido por los pasillos ya que me inspiraba cierta curiosidad. Vaya a saber Merlín porque.

Entonces ella me saludo con tranquilidad y yo le sonreí amablemente. -Hola.- Le respondí alegremente. Alice se mostraba despreocupada y se acercó a mí para presentarse a lo cual reí suavemente. -Lo se, vas a mi clase Alice.- Sin embargo estreché su mano con educación y como era propio cuando uno conocía a otra persona. -En todo caso, soy Stephen Delrieux y claro que puedes sentarte. No soy dueño del bosque.-

Me hice a un lado, haciéndole lugar a mi compañera de clases y la miré aún más con curiosidad. Esa chica siempre me había parecido alguien interesante para hablar y ni siquiera sabía porque jamás habíamos cruzado muchas palabras durante clases. Quizás por el hecho de que yo vivía demasiado apartado del mundo como para pertenecer en el. ¿Por que mejor no me acoplaba un poco ahora?.

-¿Que tal transformaciones eh?.- Pregunté para empezar. Pues eso era lo único que teníamos en común por ahora, la misma clase. Y sinceramente, jamás había prestado atención para ver si Alice era buena o no. Pero en lo que a mi respecta, era un muy buen alumno en aquella, además de que era una de mis favoritas claro.

El chico se percató de la presencia de Alice y esta observó sonriente a su nuevo acompañante, sobre todo con su reacción. Formó una divertida mueca que luego dejó de lado al ver que la mantenía demasiado tiempo. El chico parecía simpático, por lo que quizás Alice se sintió un poco apenada al haberle interrumpido su siesta, ya que parecía dispuesto a hacer aquello hasta la interrupción de la Gryffindor. Por lo que intentó remediarlo siendo más amable de lo usual, aunque eso era algo complicado. Él la observó y pareció reconocerla, de la clase de transformaciones. Alice sonrió complacida. Stephen la saludó con alegría y eso hizo sentir a Alice muchísimo más cómoda que anteriormente.

-Es que no suelo ser muy… recordable para los demás. –Comentó encogiéndose de hombros. Ambos se presentaron y Alice asintió, dando a entender que sí lo recordaba. Además Stephen le dijo que sí podía sentarse a su lado, para luego moverse un poco para darle espacio a la chica. Esta se sentó rápidamente y giró su cabeza para observarlo, ya que se sentía cómoda en esa instancia. Aunque cualquiera que los viera pensaría otras cosas, pero Alice no era así…

Stephen la miró con curiosidad, como si fuera un bicho raro. Alice acercó su cara a la de él, mirándolo fijamente. -¿Tengo algo en la cara? Ok, sé que no soy guapa, pero tampoco es para que me mires como si fuera cualquier cosa. –Comentó riendo mientras alejaba su rostro a la de él. Lo observó otros segundos y posteriormente sacó su varita para jugar con las hojas del lugar. Él preguntó como iban las clases, ya que parecía ser el único tema de conversación entre ambos.

-Pues que decir, nunca entendí a esos chicos que decían que sexto era uno de los peores años, pero ahora… uf. –Contestó frunciendo el seño en señal de molestia, pero luego volviendo a su expresión normal, ya que tampoco iba a ir quejándose por la vida, sobre todo a chicos que no conocía del todo. -¿Y las tuyas? ¡Espera! ¿Tú no eres amigo de Dominique?

Sabía que lo había visto en otra parte, claro, si de vez en cuando Alice lo veía con su amiga, hablando, cuando estaban en el almuerzo o la cena. Lo observó nuevamente, esta vez expresando más curiosidad que antes. Quizás parecería grosera si lo hacía con tanta intensidad, pero no se aguantaba, cosas de chicas quizás, habría dicho su padre.