Tierra y sangre

El insondable bosque que había en su propia casa reunía a un grupo de personas vestidas de negro, en donde ninguna se dejaba ver su rostro. Ya era la tercera vez que se juntaban por allí y por más que quería alcanzarlos, una fuerza impenetrable se imponía en su camino. ¿Que tal si trepaba los árboles y se tiraba encima de uno de aquellos?. Sabía que debía detenerlos, algo tramaban, algo malo, perverso y maligno. ¿Pero como hacerlo?, el tan solo era un niño al lado de aquellos. Pero lo más chocante de todo, era escuchar la voz de su padre entre aquellos. ¿Que era lo que podría estar ocultándole?. ¿Estaría el secreto adentro de aquella carta que le entregaba al sujeto desconocido?.
Entonces, lo que sus ojos vieron, fue un tanto extraño. Su padre...su padre estaba haciendo el juramento irrompible con el sujeto ese, al que le había entregado la carta. Pero lo que siguió luego de aquello, fue más terrorífico. Otro hombre trajo a una chica y la tiró al suelo con furia. Aquella lloraba y gritaba, implorando y pidiendo perdón por algo que yo no tenía la más mínima idea. Y entonces, ella fue silenciada para siempre. La habían matado. E inmediatamente infringí un grito de horror. No pude evitarlo y aquello me llevó a mi pérdida.

Uno de los hombres miró hacia arriba -precisamente hacia la rama del árbol en donde yo estaba- y apuntó con su varita. Murmuró un hechizo y la rama se rompió lentamente. A lo cual, comencé a caer, raspándome con otras ramas del árbol, haciendo que mis brazos sangraran y lo peor de todo fue la caída. Mi nariz había comenzado a sangrar, todo se nubló y lo único que sentía era dolor...


¡Plaf!. Intenso dolor y sangre, mucha sangre. Mesclada con tierra. Me tomé la cabeza y me di cuenta que todo había sido un sueño. Me levanté con lentitud y me di cuenta que estaba en el medio del bosque prohibido. -¿Que mierda...?.- Miré desconcertado a mi alrededor y me rasqué la cabeza. Mi pregunta existencial era...¿Que demonios hacía en el medio del bosque a las...no se cuantas horas de la mañana?. ¿Era sonámbulo?. Tal vez. Pero luego recordé que la noche anterior había estado bebiendo con unos compañeros de curso, sin embargo...¿Era posible que yo llegara a tal extremo?.

Inmediatamente sentí frío, pues claro. Era de madrugada y yo solo estaba con una camisa y por parte de abajo, solo tenía unos gastados pantalones que utilizaba de pijama. Aquello si que era bizarro. Mi nariz sangraba, mi camisa tenía rastros de ella y me sentía desorientado, pero para mi suerte, estaba cerca de la cabaña de Hagrid. Ya hacía bastante que no lo visitaba, pero quizás podía echarme una mano con todo aquello, puesto que ni siquiera traía mi varita en manos.

Comencé a caminar a un paso lento y torpe, tropezándome de vez en cuando con las ramas del piso, hasta que finalmente estuve frente a la cabaña. Dudé varios momentos en tocar la puerta, puesto que era demasiado temprano como para molestarlo. Apreté mis labios, mientras debatía aquello internamente...¿lo hacía o no?. -Pff...que va.- Resignadamente toqué a la puerta de Hagrid con los nudillos de mi mano. Pero en respuesta, recibí un gran ronquido, lo que me confirmaba que Hagrid estaba en el quinto sueño.

Rodé mis ojos en blanco, me separé lentamente de la cabaña y miré a mí alrededor. Mis únicas opciones eran buscar un milagro o ir de nuevo a la sala, sin que un profesor me pescara. Lo cual me generaría serios problemas a la hora de dar explicaciones. Vaya porquería. Di un bufido de molestia, me dejé caer nuevamente en el piso, mirando al cielo y limpiándome la sangre con mi mano. Mi rostro era deplorable, pero poco me importaba, pues comencé a concentrarme en la extraña pesadilla que tuve. Poniendo especial énfasis en la carta que entregaba mi padre a alguien.

-Esa carta...- Murmuré con suavidad, recordando aquella que me había dejado el antes de su muerte. Pero que sin embargo decidí no abrir por equis motivo que atemorizaba. -¿Tendría algo que ver?.- Coloqué mis brazos atrás de mi cabeza y me quede meditando al respecto, sin importar lo extraño que podía lucir un chico tirado en el pasto, con sangre en su nariz y brazos, mirando tranquilamente el cielo.

((Privado))

Cinco de la mañana se encontraba sentada en su cama, a su lado una elfina le sonreía, le había pedido que la despertase a esa hora, era de suma importancia, era domingo, su primer domingo en Hogwarts y quería aprovecharlo, pasaría por la cabaña de Hagrid y luego iría al bosque, le apetecía ver como estaban las crías de unicornio que había visto en Abril pasado.

Luego de despedir a la elfina, miró por la ventana de su habitación, había niebla, pero supo también que la niebla disiparía y sería un día de sol, se volvió hacia su baúl y sacó un llamativo abrigo color violeta, unos bototos color verde pasto,un vestido bastante simple y el resto de su vestimenta antes de meterse al baño. Salió rápidamente de ahí y se escabulló por la sala común y los pasillos con completa sutileza, a Giulianna se le daba bien eso de ser silenciosa, le gustaba.

Luego de una caminata relativamente corta vislumbró la cabaña del guardabosques, desde su llegada a Hogwarts el año anterior podía asegurar que con la persona que mejor había congeniado había sido con él, Hagrid, sin dudas podía pasar tardes completa en su compañía, incluso parecía asombrado por la facilidad con que los animales y criaturas mágicas se daban con ella, y Giulianna no acostumbraba a causar asombro en el resto de la gente, aunque no le importaba demasiado.

Se acercó a la parte de atrás de la cabaña a recoger los huevos de hada que Hagrid mantenía en una pequeña bodega, si, porque pensaba visitar primero a los bowtruckles, y sabía que sin una buena dosis de huevos de hada a aquellas criaturillas no les sería de mucha gracia, llenó dos frascos de cristal antes de salir de ahí. Bordeó la cabaña de Hagrid y fue cuando se percató de un bulto entre la hierva y el pasto, se acercó sigilosamente y se sorprendió al darse cuenta que era un chico, se acercó más hasta que su rostro estuvo por completo sobre la cabeza de él, enfocó su rostro, sus rasgos, le pareció que era un chico bonito, trató de recordarlo en alguna de sus clases pero le fue imposible, aunque su mala memoria no ayudaba demasiado, volvió a observarlo, él la miraba algo extrañado, fue entonces cuando se percató que él estaba bañado en sangre.

Abrió más los ojos y lo miró sorprendida por como lucía él.

-¿Qué te ha ocurrido?- le preguntó, aunque él parecía muy tranquilo, no parecía especialmente herido de gravedad, aún así Giulianna se preocupó- Deberías ir a la enfermería- apuntó la ropa de él- además enfermarás si sigues echado sobre el rocío y vistiendo así.

Le sonrió antes de comenzar a sacarse su propio abrigo y tendérselo a él.

- Toma, puedes quedártelo.

Miró el color violeta del abrigo y luego al chico, sonrió nuevamente antes de alzar la varita y cambiarle el color al abrigo a uno gris oscuro.

-Es de los pocos encantamientos que me salen bien- confesó sin una pizca de vergüenza, Giulianna sabía que en encantamientos y transformaciones no era muy buena. Lo volvió a mirar mientras él tomaba el abrigo- Bueno, adiós- dijo antes de tomar los dos frascos que había dejado en el suelo y encaminarse hacia el bosque.