Mimbulus Mimbletonia

LIBRE


Si había algo que no podía olvidar era que tenía que aumentar el nivel de mis calificaciones como promesa a papá y por esa razón me encontraba ese día en los invernaderos dándome horas extra para comprender un poco más sobre los beneficios de la Mimbulus Mimbletonia y su extraño líquido.

Sabía que era muy temprano para ponerme de serio y hacerme de estudios pero si lo posponía se convertiría en un típico desastre Weasley de último momento, quería ser puntual en aquello.

Al llegar me sentí terriblemente aburrido ya que me encontraba rodeado nada más por plantas retorcidas o palpitantes, era muy asqueroso a decir verdad pero el estudiar esa planta y completar mi primer informe era lo primordial – ¡Buenos días! – saludé a la Mimbulus que no dejaba de vibrar y demostrarme su aspecto tan repugnante como el de un órgano, sinceramente eso era peor que hacerme ayudante de la enfermería y observar todo tipo de heridas. Minutos después comencé con mi investigación sentándome aún lado de la planta y apoyando mi pergamino sobre la tabla crujida en la que había colocado. Comencé dando una leve descripción sobre su aspecto físico: gorda y babosa cual órgano. Vibra como loca y no deja de mover sus furúnculos a modo de defensa y así mis garabatos desordenados comenzaron a completar la hoja vacía del pergamino con posibles indagaciones sobre su origen, sus beneficios y curiosidades. Pasé varios minutos escribiendo hasta que decidí que sería mejor ponerla a prueba o al menos experimentar más de cerca su extraño líquido –Veamos que tienes… – le dije mientras que me posicionaba frente a ella y estiraba mi brazo con cautela. Positivamente llegué a alcanzarla con la punta de mi varita pero en cuanto hice contacto y presioné levemente la planta se encogió y expulsó desde sus furúnculos un líquido oscuro y viscoso que fue a parar en mi túnica de Herbología –¡Diag! – exclamé cerrando los ojos cuando el impacto de los chorros de esa sustancia dieron contra mi túnica. Fuese lo que fuese era de un color verde oscuro y olía a estiércol de dragón, casi tan fuerte era el aroma que podría haber desmayado a cualquiera, de hecho estuve a punto de desmayarme si no fuese porque me quité la túnica con rapidez y me alejé de la planta que comenzaba entonces a tomar su forma original, palpitando a un ritmo normal.

-¡¿Cuál es tu problema?! – grité tapándome la nariz con una mano y con la otra tomando mis papeles para escapar, el invernadero se veía infestado de ese terrible olor.

Definitivamente nada me saldría bien si me lo proponía con seguridad, debería haberlo pensado antes de ese incidente que me dejó tan asqueado que sin darme cuenta corrí atravesando los enteros huertos hasta cerca del sauce boxeador donde caí rendido por falta de aire –Soy un desastre – me dije sintiendo la frescura de las hojas del césped. Mi rostro descansaba de costado al igual que mi cuerpo en la hierba posicionado mirando hacia el sauce boxeador que a unos cuantos metros se movía amenazadora y misteriosamente.

Había olvidado sus apuntes de Herbología de la última clase en los invernaderos, se había dado cuenta al día siguiente que no los tenía, decidió irlos a buscar, y es que aunque era probable que no estudiase demasiado, no le gustaba perder los pocos apuntes que tomaba, así que esa mañana salió del castillo rumbo al invernadero 4, por suerte la mañana no estaba helada, por lo que se dio el tiempo para caminar con tranquilidad, mientras tarareaba una melodía improvisada.

Entró al invernadero y lo primero que sintió fue un horrendo olor que por poco la knockea, se tapó la nariz con el pañuelo que andaba usando aquel día y comenzó a caminar hacia donde se había sentado el día anterior en Herbología, no le costó vislumbrar los papeles, luego de tenerlos en su poder echó un vistazo a su alrededor, lo que creía era una Mimbulus se encontraba a pocos metros de ella, la miró con cierto recelo, no sabía mucho de plantas, reconocía a las mimbulus porque hacía pocos meses las había visto en una tienda en Roma, sin embargo no tenía más datos de ella, aunque algo le decía que no debía fiarse de esa extraña planta... pero su curiosidad pudo más, se acercó lentamente hasta situarse frente a ella, era una especie de.. "algo", muy feo...
Se mordió el labio mientras no le quitaba la vista de encima, acercó lentamente los pergaminos con sus apuntes de Herbología hasta tocar con la punta de ellos a la mimbulus... Craso error, vio a la planta estremecerse y antes que pudiese reaccionar un chorro de líquido calló directamente en sus apuntes de Herbología.

- ¡No!- gritó mientras se alejaba de la planta a toda velocidad, el olor putrefacto volvió a inundar el lugar, Giulianna observó sus apuntes desechos ya, y los tiró en un basurero a la entrada del invernadero, se encogió de hombros y salió a toda velocidad antes que el olor la hiciera desmayarse, tendría que conseguirse los apuntes después.

Salió del invernadero aún algo mosqueada, debía recordar no volver a acercarse a una Mimbulus en su vida, decididamente esas horribles plantas no eran de fiar, mientras seguía en sus cavilaciones propias se fijó que a poca distancia de ella se encontraba un chico, vio su cabello rojo y sonrió, en Hogwarts habían muchos colorines y casi todos eran parientes, trató de recordar su apellido pero le fue imposible, Giulianna era realmente mala recordando nombres.

- Hola...- saludó mientras se sentaba junto al chico, le sonrió - ¿Sabías que las Mimbulus no son plantas de fiar?- preguntó así sin más- recién una de ellas ha atacado mis apuntes de Herbología- añadió mientras observaba el cielo- ¿Tú eres de la familia de los pelirrojos, no?- preguntó.

Giulianna podía confundir un poco cuando recién la conocías, era demasiado espontánea, hablaba de muchas cosas a la vez y tenía clara tendencia a ser dispersa, claro que eran cosas que ella no dimensionaba demasiado bien, simplemente era así.

Volvió a observarlo a él y sonrió.

Continué en silencio luego de reprocharme unas cuantas veces lo torpe que era por haber hecho esa tontería, nunca se sabía que clase de efectos secundarios podían ocasionar esas soluciones biológicas y tenía la suerte de que no se hubiese desparramado sobre la piel, aún no estaba claro alérgico a qué era.

-Y yo no sé que hago, pero un día de estos recibiré de las mías – le comenté con despreocupación al sauce boxeador, que se encontraba a unos tantísimos metros de mi. Si había algo que estaba claro era que mis mejores amigos y amigas podían ser las plantas y los árboles, sin contar con que sonaba un poco loco pero…¿quién no estaba loco aquellos días?

-Hola – me saludó entonces una voz cálida y muy amigable a mis espaldas. Me sobresalté, por supuesto, y me volví a verle con rapidez. Era una chica y llevaba el uniforme de la casa de Hufflepuff, ya era por eso su sonrisa tan linda y amigable – ¿Sabías que las Mimbulus no son plantas de fiar? – me dijo entonces y yo lancé un suspiro. –Si lo sabré – asentí como una víctima más de aquella asquerosa planta ponzoñosa. En cuanto me dijo que la planta acababa de arruinar sus apuntes sentí mucha lástima por ella, sabía lo duro que era el hacer apuntes (más con lo haragán que era) y comprendía lo mucho que me enojaría la pérdida de un apunte de Herbología.

¿Tú eres de la familia de los pelirrojos, no? – me preguntó luego y se sentó a mi lado, con tranquilidad. Supuse que ya habría conocido a otro pelirrojo, de los ''pocos'' que había claro…

Pues si, Hugo Weasley- me presenté con un leve rubor en mis mejillas, seguro me encontraría más estúpido que cualquier otro Weasley. Extendí mi brazo para tenderle mi mano, a modo de saludo.

Giulianna solo sonrió al ver que el chico se sobresaltaba un poco con su presencia, vio que se presentaba como Hugo Weasley tendiéndole la mano, le miró y estiró la suya para estrechársela.

- Hugo... es un lindo nombre- dijo mientras observaba los ojos azules del chico- Hugo Weasley de Gryffindor- repitió más para ella, aunque fue comentario en voz alta- ¿Vas en que año? No creo haberte visto antes en clases conmigo...- trató de recordarlo, claro que Giulianna tenía pésima memoria a la hora de recordar cualquier cosa que no fuese relacionada a la cocina o las criaturas mágicas.

Soltó la mano de él y miró hacia el sauce boxeador que se movía amenazadoramente a unos cuantos metros.

- A los bowtruckles no les gusta el sauce- dijo señalando el árbol con la mirada - aunque no es como si el sauce necesitase de guardianes- sonrió.

Volvió a mirar a Hugo y se percató que no le había dicho su nombre.

- Giulianna, piacere di conoscerti.

De vez en cuando le salían espontáneas palabras en italiano, después de todo era su idioma natal, de hecho extrañaba el no poder hablar italiano en su diario vivir, se sentía ciertamente algo fuera de lugar.

- ¿Así que también has sufrido un ataque se esa horrible planta en el invernadero? Mis apuntes tuve que botarlos... aunque en realidad no importa demasiado... no es como si fuese a estudiar- se rió un poco- soy un desastre con los estudios...

-Hugo... es un lindo nombre- me dijo y le sonreí a modo de agradecimiento, lo cierto era que mi nombre no era de los mejores. Ni siquiera mi segundo nombre que lo había heredado de mi padre, Ronald.

-Cuarto año. ¿Tú en qué año estás? – respondí y automáticamente le pregunté lo mismo. No era muy pendiente de los compañeros de clase que tenía, es más, casi nunca sabía quienes eran mis compañeros y no era algo que me preocupase ya que con la cantidad de parientes por ahí la falta de apoyo nunca acudía.

La joven comentó algo sobre los Bowtruckles e instintivamente me volví a verle, podía apostar que a ella le gustaban las criaturas mágicas sino nunca hubiera dicho aquello –De hecho, los bowtruckles son muy específicos con sus árboles a custodiar, suelen proteger a los indefensos arbustos y como verás él no está nada indefenso – luego me volví a ver al sauce y le sonreí a la nada. No quería comenzar con un cuestionario ''amigable'' así que me mantuve al margen y continué con mi silencio.

-Giulianna, piacere di conoscerti – dijo entonces y supuse que sería de nacionalidad italiana. No sabía mucho, la verdad, pero por lo que había sonado a ella le era un placer el conocerme –El placer es mio, Giulianna – alcancé a responder antes de que ella me preguntara sobre la Mimbulus Mimbletonia.

-Pues, honestamente, tampoco soy muy estudioso. Sólo me gusta Cuidado de Criaturas Mágicas y Herbología, siempre y cuando no me tenga que enfrentar con otra Mimbulus – reí – Apuesto a que tú también tienes una materia favorita… - continúe esperando a que ella me contara sobre ello.

Cuarto año, ahí comprendió que era prácticamente natural el no saber su nombre, y es que con suerte se sabía los nombres de sus compañeros de casa- y eso que ya llevaba un año en Hogwarts- más difícil aún conocer el nombre de otros chicos de la escuela.

- Yo voy en quinto año...- respondió- pero antes estudiaba en Beauxbatons... llegué el año pasado acá, mis padres creen que es mejor lugar para mi- respondió encogiéndose de hombros, realmente si lo era, se sentía mucho más libre en Hogwarts que en su antigua escuela, llena de compañeras que la miraban con reprobación, considerándola un bicho raro, aunque no es como si le hubiese importado eso demasiado, lo único que extrañaba de Beauxbatons eran los maravillosos abraxans, solía cuidarlos ella por las tardes.

Giulianna lo miró sorprendida al escuchar su comentario sobre los bowtruckles, no era muy común que alguien le siguiese sus conversaciones sobre criaturas mágicas, sonrió.

- El otro día fui a verlos, Hagrid me enseñó el sector donde están custodiando algunos árboles- comentó entusiasmada- les llevé huevos de hada y pude verlos, hay por los menos quince, es una pequeña colonia.

Apoyó los codos en el pasto sosteniendo el peso de su cuerpo, se rió al saber que no era la única ahí que no era muy amiga de estudiar.

- ¿Materia favorita? Por supuesto, Cuidado de criaturas mágicas- respondió resuelta- es para lo único en lo que soy buena- confesó sin vergüenza de aquello- soy un desastre en el resto... en Pociones me va medianamente mejor, y es que Pociones es como cocinar- dijo acercándose un poco a Hugo- ingredientes precisos, medidas, calderos...- se encogió de hombros- en Transformaciones soy un desastre, la profesora dijo que necesitaría un tutor- se echó a reír por aquello mientras se lanzaba hacia atrás apoyando su espalda en el pasto y observando el cielo- Se que no soy brillante... pero al menos soy buena en algo que me gusta...

Miró de reojo a Hugo.

- Mi abuela tiene crianza de unicornios en su hacienda, me gusta cuidarlos... Me gusta que sean libres, con la nona los llevamos a los bosques protegidos por el ministerio una vez que no corren peligro de ser cazados....

Beauxbatons medité un poco hasta que logré recordar ese instituto – ¿En Francia, cierto? – pregunté haciendo un esfuerzo por recordar en donde se situaba. Sabía que era sólo para brujas, o eso decían, y que era muy prestigiosa. Sin dudas una de las mejores academias mágicas de toda Europa, ¿Hogwarts también contaba, no?

El otro día fui a verlos, Hagrid me enseñó el sector donde están custodiando algunos árboles. Les llevé huevos de hada y pude verlos, hay por los menos quince, es una pequeña colonia.

-¿Lo dices en serio? - exclamé entusiasmado. Debía admitirlo: A ella si le gustaban las criaturas mágicas. Cuánto deseaba entonces el haber visitado a los bowtruckles, lástima era tan despistado y no llevaba una relación tan cercana con el guardabosque, Hagrid.

Entonces Giulianna se acomodó sobre la hierba apoyando sus codos para soportar su peso y continuó contándome sobre sus materias favoritas y en cuales le iba mal, sinceramente, no había mucha diferencia conmigo. Me iba pésimo en la mayoría, y casi siempre, por falta de atención o simplemente torpeza –Yo soy…''supera las espectativas'' en Vuelo y Defensa Contra las Artes Oscuras - comenté sobre mis notas. Reí recordando el ''desastroso'' que llevaba en pociones e historia de la magia –Tengo Desastroso en la mayoría…y lo peor es que prometí a mi padre que tendría Aceptable en todas- continué contándole y me encogí de hombros, la confianza para lograrlo no me faltaba. Solo necesitaba un motor que perdurase las veinticuatro horas para mí

Luego ella se acomodó de espalda y observó el cielo con tranquilidad, yo continué mirándole con atención mientras que comenzaba a contarme sobre su nona y su crianza de unicornios. Imaginaba lo fantástico que sería llevar a cabo el cuidado y mantenimiento de esos animales, más con lo delicados que eran –¡Por Merlín, tu sí que tienes suerte! – le sonreí. –Mi madre no me deja tener muchas mascotas, de hecho, solo tuve una lechuza y la perdí cuando era niño… – hice una mueca de descontento, no había sido mi culpa. Igualmente eso nunca satisfacía a mi madre –Desde entonces cree que no soy capaz de mantener el cuidado de algo tan delicado como una criatura, y eso que tengo un tío dragonolista… – me excusé con la profesión de Bill, que era un aficionado también por las criaturas y que no había dedicado nada más que no fuese relacionado con dragones, ¿algo tenía que tener de él, no?