Aún muy temprano

L i b r e.



La mañana después de la selección de alumnos nuevos en Hogwarts. Liam, ya vestido con el uniforme de su casa, tomó su lugar, en uno de los asientos que estaban por el medio de la mesa. El comedor aún no estaba abarrotado de gente, faltaban más por llegar y todavía era temprano.

Repasó las vacaciones en Yorkshire, un poblado con varias familias de magos, con los cuáles organizó varias salidas y con los que no estaban cerca, se tuvo que en contentar con enviar cartas por medio de la lechuza de la familia. Él quería su propia lechuza y estaba seguro que ese año la tendría de una buena vez.

El quejido del estomago de uno de sus compañeros le causó risa, a la vez eso lo despertó de sus ensoñaciones.

“¿Qué tú no tienes hambre?” Le preguntó su compañero sentado al lado. Su rostro tenso demostraba su mal humor del momento. Liam acomodó su cabeza sobre la palma de su mano y le miró con una sonrisa.

-Hombre, si que tengo hambre pero tampoco es para que mi estomago me ponga en aprietos -le dijo burlón. Los ojos de su amigo, Dirck, se cerraron como rejillas con una clara amenaza de pronta represalia.

Liam cogió tazón de avena frente a él, hundió la cuchara y empezó a comer rápidamente. No porque tuvieras prisa por llegar a ningún lado, tenía muy buen tiempo para hacer sobremesa, pero siempre comía rápido. Un hábito que su madre detestaba, por lo cuál ya le había reñido en más de una ocasión y que hasta el momento no le había podido quitar en ningún momento. Tomó una manzana, la cortó a la mitad y de ahí en pedazos para tirar en su platón de avena. Liam ya había escrito una carta para avisarles a sus padres, la pondría en el correo a eso del medio día, cuando tuviera un poco de tiempo libre.

“¿Cómo esta tu horario?” Preguntó de nuevo su amigo dándole un mordisco enorme a una pasta. Liam tomó un bocado, no le habló con la boca llena, no quería que viera una mezcla horrenda de algo parecido al engrudo. Después de que tragó, contestó.

-No lo sé, lo tengo en la bolsa, lo veré antes de salir corriendo a cualquier aula -le dijo. Los años en que deseaba que la primera clase no fuera adivinación, ya habían terminado.

El día había comenzado como todos los días en Hogwarts desde que Alice recordaba. Se había levantado temprano, como siempre, se había bañado mientras sus compañeras la ignoraban levemente (unos murmullos de loca mientras pasaba le recordaban el porque), como siempre y por último había bajado a su sala común mientras le sonreía al elfo domestico que luego de un rápido “¡puf!” desaparecía al advertir su presencia. Claro, no extrañaba nada de eso cuando estaba en su hogar, pero no podía negar que añoraba esas paredes heladas, la chimenea siempre prendida, calentando a todo alumno que con rapidez lograba sentarse cerca o quizás respirar lo que ella más extrañaba: magia.

Aún quedaban cinco meses para cumplir la mayoría de edad, por lo que durante todas sus vacaciones tenía que pasar simplemente leyendo o haciendo esos deberes que nada le costaban. Los que más disfrutaba eran los de Encantamientos, después de todo era su materia favorita y en la que el mismo profesor decía que tenía un talento especial. Hasta su varita lo confirmaba. Era todo eso y más que la hacían ignorar los obvios malos tratos de parte de sus compañeros.

Por eso esa mañana bajó temprano y sola a desayunar. Tenía hambre, pues la tarde anterior no había comido, ya que algo que odiaba era la selección de la casa de los pequeños. Era una especie de fobia, nunca lo logró explicar. Por eso cuando llegó a las puertas del lugar y encontró casi todo vacío se dio cuenta de la desesperación por comer que tenía, parecía ridículo y hasta un poco grosero, por eso tratando de mantener las apariencias (¿Cuándo eso le importaba?) caminó con lentitud por los pasillos que la llevaban a la vacía mesa de los leones, nadie estaba ahí. Sólo ella.

Instantáneamente apareció frente a Alice el plato con una porción de avena, le encantaba. Tomó con suavidad la cuchara pero en ese típico descuido, al que ella decía que era por culpa de Murphy, cayó al suelo en un fuerte golpe. ¿Es que tenía que ser tan estúpida? Rápidamente pero en un mal movimiento se agachó a recogerla, pero al subir nuevamente su cabeza golpeó la mesa. Luego de un “¡Auch!” de su parte, bastante fuerte, en el que todos los habitantes del comedor se dieron vuelta a mirarla, pudo volver a la casi-normalidad.

Se giró un momento para apreciar a los que ahora estaban con ella, era la mayoría pequeños, seguramente excitándose con la nueva vida que les esperaba, eso hizo que sonriera para sus adentros. ¿Cuántas veces se sentía así? Incluso a pesar de los años que llevaba seguía con las ganas de aprender, aprender y aprender. Muy propio de los Ravenclaw, pero algo había visto el sombrero en ella para que la mandara a Gryffindor… después de todo él no se equivocaba. Luego dejó que su mirada descansara en la mesa de los Ravie. Ahí había pocos chicos, pero dos los recordaba de algo. ¿Clases? Claro. Se paró rápidamente con su plato y se sentó al lado de uno.

-¡Hola! –Dijo contenta. Sabía que no tenía ningún tipo de contacto con ellos, pero hacer nuevas amistades nunca estaba de más, sobre todo cuando no tenías a nadie con quien hablar. Sonrió a ambos con calidez y tendió su mano a ambos para saludar. –Me llamo Alice, el año pasado iba en sus clases de Pociones.

Los primeros cuchicheos del año inundaron el comedor de Ravenclaw, algunos hablaban de los profesores, otros de los rumores de los cambios de los temas que les impartirían y hasta si Filch ya había conseguido confiscar algún nuevo juguete mágico que le ocasionó un desastre el día anterior. Los bromistas no podían esperar ni un minuto a meterse en problemas.

Liam se medio incorporó para tomar una pasta que estaba al centro de la mesa, prestando atención a las habladurías pero sin meterse en la plática, a veces era mejor escuchar sin decir nada. Escuchó un golpe sordo a sus espaldas, se volvió junto con los pocos compañeros que estaban en la mesa. Había una chica de Griyffindor sobándose la cabeza por un golpe producido contra la mesa. Hubo algunas risas aisladas pero al instante cada quién volvió a sus asuntos. Iban a empezar a hablar del famosos quidditch y de la nueva selección para la casa de Ravenclaw, un tema en el cual Liam no tenía mucho que opinar, cuando la misma alumna que casi se lesionó la cabeza contra el tablón se sentó a su lado.

Se giró a ella por el saludo tan alegre que le dirigió. Tenía una linda sonrisa, acompañada por unos ojos claros como el cielo. Liam prestó atención a su nombre, sentía que la conocía de algún lado, pero no dio sino hasta que ella nombró la casa de Pociones. Liam hizo un gesto de reconocimiento, lo que dijo era verdad.

-Cierto, de la clase de pociones -dijo mientras estrechaba rápidamente la mano de Alice -soy Liam, y él es Dirck -presentó también a su amigo que asintió e igual le estrechó la mano a modo de saludo.

La muchacha también llevaba un plato de avena, eso le hizo voltear a ver la mesa de los leones, estaba semi vacía, excepto por los de primer año, quiénes de emoción de seguro ni durmieron, eso mismo les pasó a los de su casa.

-Los leones siguen dormidos ¿Eh? -Le preguntó para indicar lo que seguro ella ya había notado, no fue el diálogo más inteligente que pudo haber pronunciado, pero una vez dicho no pudo regresarlo a su boca. -¿Qué tal tus vacaciones? -Preguntó mejor, ese era un tema por el cuál iniciar una conversación. A Liam no le gustaba nada más quedarse con las amistades de su casa, y los Gryddindor le caían bien.

De pronto dos chicos de su casa empezaron a discutir a causa del que debía ser el nuevo buscador de la casa. Liam soltó un suspiro y se giró a ella.

-¿También eres fanática del quiddith? -Dijo mirándola fijamente. Si respondía que sí no sería sorpresa. Liam empezaba a creer que el bicho raro era él.

La chica se dio cuenta en la mirada de ambos que no la recordaban del todo. Lanzó una pequeña carcajada ante aquello, al fin y al cabo estaba acostumbrada a no ser alguien que marca la diferencia en la vida de las personas. Pero cuando dijo lo de pociones los chicos parecieron recordarla. El chico que se presentó como Liam la saludó primero y presentó a su amigo que también estrechó su mano. Alice los saludó a ambos con una sonrisa adornando su rostro, como era de costumbre.

-Creo que no soy muy recordable. Un gusto chicos. –Contestó volviendo a lanzar esa sonrisa característica. Liam volteó hasta donde se sentaba comúnmente Alice y comentó algo acerca de lo perezosos que eran los leones (aunque de una manera muy sutil). La chica asintió enérgicamente. –Aunque las chicas no, ya sabes, se levantan con el gallo para comenzar a prepararse para lucir bien con los chicos, lo que no saben es que necesitan más que eso… quizás un poco de cerebro no les iría mal.

Comentó pensativa mientras observaba con esos ojos azules tan extraños el fondo del comedor donde ya había alguna de sus compañeras que sonreían en dirección de varios chicos reunidos en la mesa de Slytherin. Se encogió de hombros para luego escuchar la pregunta de Liam, ella giró su rostro hasta él.

-Aburridas, pero buenas en general. –Contestó amablemente. Liam le estaba cayendo bastante bien, pues su otro amigo parecía bastante callado. Era amable, algo que le faltaba a esta escuela. Todos creían vivir en una burbuja de cristal en donde nadie más que los que ellos querían podían entrar. -¿Las tuyas?

Pero el ambiente tranquilo del comedor por la mañana pareció cambiar. Dos chicos comenzaron a acalorarse debido a una discusión del deporte del mundo mágico: quidditch. Al parecer ambos mantenían diferentes opiniones respecto al buscar de su casa. Alice se giró hasta Liam rodando los ojos, él preguntó si le agradaba el juego y la chica negó suavemente.

-¿Seré echada de la mesa si digo no? –Preguntó sonriendo mientras probaba otro bocado de su comida, que parecía comenzar a enfriarse. La dejó a un lado, pues había perdido un poco el apetito. Observó nuevamente a sus nuevos conocidos, ya que esperaba de parte de ambos un vete de aquí. –La verdad es que bien, apoyo a mi equipo, pero de ahí a comportarme como una fanática es algo diferente.

Liam no hizo ningún gesto pero entendió que la ofendió al decir que no la recordaba. Ouch, había sido un tonto de primera marca.

-Perdona, soy malo para recordar caras y nombres -se disculpó encogiéndose de hombros, no quería hacerla sentir mal de ninguna manera. Ella sonrió sin mostrarse enojada por sus comentarios tontos. En vez de seguir en esa línea, prefirió cambiar el tema y de inmediato ella siguió con la conversación. Le dio la razón en que eran un poco flojos, y en que las chicas no siempre eran así, que se levantaban desde temprano para lucir bien. Liam rió con disimulo, obvio Alice no entraba en esa categoría.

Liam siguió con la vista el recorrido de los ojos de Alice, estaba viendo su mesa, y después a la de Slytherin. No comentó nada de ello, no iba a hablar de chicos, porque él era un chico y no era el tema de conversación soñado. Prefirió desviar de nuevo la conversación y Alice comentó que sus vacaciones fueron aburridas pero no había otra queja. Liam rió pensando en sus propias vacaciones.

-Estuvieron divertidas, vivimos en Yorkshire, un poblado lleno de familias de magos así que estuve en contacto con mis amigos, salimos un par de veces al mundo muggle, a los bares pero ninguno es tan divertido como los de nuestro lado. Intenté aprender a hacer cerveza de mantequilla y descubrí que la cocina, ni las pociones, se me dan -comentó haciendo de su boca una línea -fui a San Mungo tras un trágico accidente con una bludger, es mejor decirlo ahora porque de todos modos te enteraras pero en verdad soy muy malo en el quidditch -, y sus amigos insistían en que lo necesitaban o no a completaban el equipo.

Negó con la cabeza, no la echaría de la mesa por algo así.

-Entonces eres de las mías -le dijo -no me gusta cuando empiezan a golpearse por el juego, entiendo que sea apasionante pero no para llegar a los puños y a las maldiciones -le comentó. Él no iba a ser de los que se lanzaban sobre alguien sólo por la burla que les podrían hacer por no llevar tantos torneos ganados. La discusión entre los chicos se detuvo cuando un prefecto les gritó que se estuvieran tranquilos y en paz. Entonces se miraron nada más y se sentaron de nuevo en sus butacas, eso iba a continuar en otro lugar y momento, eso lo podía apostar.

Liam ya no les prestó atención. Notó que Alice había dejado su plato a un lado, y dejó el suyo también en paz.

-Dime algo de ti -le pidió para que se reanudara la conversación, a Liam le gustaba hacer amistades nuevas. -¿Hermanas? ¿Hermanos en el colegio? ¿Algún novio celoso? ¿Materia favorita? ¿Mascota? -Preguntó esperando haber acertado a algo.

Alice lanzó una carcajada y negó con la cabeza efusivamente, observando a Liam con tranquilidad, ya que él creía entender que ella se había sentido ofendida al ver que no la recordaban. ¡No le importaba! Estaba tan acostumbrada a aquello que ya la parecía cosa de todos los días, por lo que era casi imposible que se sintiera mal por aquello, no quería hacer preocupar a su compañero por esas cosas.

-¡No te preocupes! –Contestó mientras se acomodaba mejor en la silla y observaba el gran comedor tranquilamente. Debía admitir que extrañaba el lugar, llena de magia a rebosar. Cuando Alice comentó sobre sus compañeras Liam siguió con la mirada hacia donde le había indicado, pero no comentó nada acerca de eso. La chica no intentó continuar con la conversación.

El Ravenclaw comenzó a contarle un poco de sus vacaciones, mientras Alice asentía tranquilamente de vez en cuando. Cuando comentó acerca de su accidente la chica no pudo ni siquiera evitar que en sus labios se esbozara una pequeña sonrisa, asintiendo una vez más. Se encogió de hombros como intentado decir: las cosas pasan. Lo entendía, ya que ella era nula para volar, en el primer año había tenido un sin fin de problemas debido a las diversas escapadas hacia el castillo en vez de las clases de vuelo que todos los de su curso necesitaban.

-Espero que estés mejor. –Contestó sonriendo, sin siquiera pensar en burlarse o algo parecido. Liam negó ante su idea de que la echaran de la mesa por sus gustos diferentes, diciendo que él era igual, no le agradaba tanto como a la mayoría de las personas en el castillo. Alice masticó un pedazo de pan que se encontraba en la mesa, mientras escuchaba la opinión de su compañero, comentando hasta donde llegaba su fanatismo. -¡Así me gustan los chicos!

Rió mientras aplaudía ante sus palabras. Escuchó como la pelea entre los chicos terminó abruptamente con la entrada de algún prefecto cualquiera. ¡Al fin! Ya le estaba molestando sus subidas de tono. Liam le preguntó sobre ella y Alice lo observó unos segundos, pensativa.

-No tengo ningún otro familiar mago. Ni novio celoso, por suerte o mala suerte. –volvió a reír ante eso y siguió con las respuestas. –Encantamientos y un perro. ¿A que no es emocionante mi vida? –Ironizó dulcemente. Lo lógico que sería era que Alice siguiera con las preguntas, pero antes de eso observó su horario, para ver si tenía tiempo. Efectivamente, le sobraba. Lo guardó nuevamente y observó a Liam.

-Mi turno. ¿Materia odiada? ¿Quizás alguna novia que ahora mismo me desee la muerte? ¿Hermanos? ¿Tu primera clase de hoy? –Preguntó, apoyando su mano en la barbilla.

No se burló por sus accidentes en la escoba, lo cuál él apreció, sus compañeros de cuarto siempre encontraban divertido que su cabeza diera de golpes contra el suelo.

-No paso nada grave, mi padre es medimago y está acostumbrado a verme accidentarme por eso, así que fue cosa de todos los días -dijo, le quitó con ello cualquier posible nota de dramatismo a la historia, no era una héroe, sino alguien muy torpe. Ella dijo que así le gustaban los chicos, ósea que no era de las fanáticas por la escoba, lo cuál era un alivio. No es que Liam no se juntara con ese tipo de personas pero era mejor cuando tenían eso en común.

La pelea entre sus compañeros terminó, Alice se vio aliviada ante eso. Los gritos de fondo no eran una buena compañía. Contestó a sus preguntas sin ningún tipo de tapujo, ni le molesto que la interrogara como si estuvieran en el Wizengamont. Liam fue asintiendo conforme ella iba hablando, hasta que en una parte la causo risa.

-Es buena suerte para mi, no me gustaría acabar en un armario evanesce porque tu novio celoso pensara que tramo algo más -dijo desde su punto de opinión, no iba a preguntarle nada demasiado personal de su vida amorosa. Ella ironizó su vida. -Vamos, en su grado lo debe ser, no me pareces alguien aburrida -comentó -si a vidas interesantes nos vamos, no es que la mía sea de mucha emoción, no me levantó perseguido por un dragón, ni nada por el estilo -comentó con risas, y si fuera así, lo más seguro es que estaría muerto.

Alice se agachó a coger sus cosas, y por lo que vio Liam, consultó su horario. Pensó que la estaba retrasando en sus deberes pero lo volvió a guardar y se miraron nuevamente.

-Bien, odie la clase de Vuelo y ahora, diría que es -lo pensó durante unos segundos, y no era difícil saberlo -es… pociones, no explotó nada pero no sé, no se me da para que salgan bien, espero nadie se envenené cerca de mí o le quedaría mal -dijo haciendo una mueca de decepción, y era una pena, porque en verdad le gustaría ser bueno en ello y sacar una carrera como medimago. Liam prefería referirse a las cosas en que era malo, a alabarse en las que sí era bueno. Después de todo estaba en la casa de Ravenclaw, en la de los listos y estudiosos y no gustaba de quedarse atrás del promedio de sus "matados" compañeros. -No tengo novia así que nadie te hará daño, y tengo una hermana -dijo, Liam lo buscó con la vista pero no le vio por ningún lado para señalárselo a Alice.

Para poder contestar la pregunta de Alice, sacó también su horario de clases porque le costaba memorizarse, cada año se lo cambiaban y era difícil acostumbrarse al principio.

-Encantamientos -respondió por fin, volviendo a meter todo dentro de la mochila. Miró la hora y entonces giró su vista a Alice. Varios chicos habían llegado a comer rápidamente al comedor, dejándolo atascado en segundos. -Si tu clase es distinta a la mía, ¿Te puedo encaminar hacía allá? -Preguntó con duda.