Visitando el lago

El segundo día de clases había llegado como si del primero se tratase, no me había dado tiempo ni siquiera a respirar un poco de aire.
No había visto a Samantha en ninguno de los dos días, desde que la había perdido en el tren, y luego entre la multitud el primer día en el Gran Comedor.

Aquel día tres de septiembre había empezado bastante tranquilo, aunque todos los días en Hogwarts eran bastante tranquilos, obviando los días en los que se celebraban los partidos de Quidditch. Pero al margen de las clases y de las cosas "no personales" el día en verdad había sido tranquilo. Aunque no acostumbraba a hablar mucho con la gente, había llegado a pensar que no le gustaba a nadie, exceptuando a mi hermana, pero aquello tampoco era de mucha ayuda.

Sin pensarlo dos veces, al tener una hora libre me dispuse a salir del castillo, y caminar hasta el lago, poder repirar el aire que me faltaba desde hacía varias horas, y pensar.
Algo tenía que cambiar aquel año, no podía esperar que todo siguiera como antes, tampoco quería, y no lo hacía solamente porque al año siguiente mi hermana ya no estaría en el colegio. Sino, porque la mayoria del tiempo en Hogwarts me aburría.

Al llegar al lago me senté a mirar el agua, pero sin acercarme mucho, no quería acabar dentro de él.
El sol de la tarde en septiembre no estaba tapado por nubes como seguramente en los meses siguientes sí lo estaría.
Me estiré en el suelo dejando que el sol cubriera mi rostro, no me habría venido mal un poco de música, pero no tenía el reproductor, por lo que me dediqué a tararear la primer canción que me vino a la mente.

[Privado]

Segundo día en Hogwarts para los demás, primer día para él. Por la mañana había encontrado a su hermana en la sala común tras una conversación con Rhonda, y ahora, finalmente había encontrado el tiempo perfecto para practicar con su escoba en el campo de Quidditch, por supuesto para uno poder practicar en el campo se debía pedir permiso a Minerva, y eso había hecho James. La mujer lo conocía lo suficiente como para saber que para el Potter el Quidditch lo era todo, era su deporte preferido. No cabía dudas. Y había estado como unas dos horas practicando, algunas jóvenes se habían sentado en las gradas para verlo practicar. Se le hacía entretenido, llamar la atención. No podía evitarlo, nacía dentro de él, ni siquiera se lo planteaba. No era su culpa, era la culpa de las jovencitas.

Pero ahora ya había bajado de su escoba y caminaba con esta sobre su hombro por la orilla del lago, fijando cuidadosamente para ver si podía vislumbrar al calamar gigante. Se preguntaba cuantos años tenía aquel espécimen, pero creía que alguna vez habían hablado de ello en alguna clase, pero realmente ya no lo recordaba. Eso implicaba la mucha atención que había puesto en aquel momento, pero era tan sólo un mocoso de segundo o primero. Era inevitable que prestar atención a cosas triviales no fuera de su interés, por aquellos tiempos. Ahora era un ‘mejor alumno’ pero tampoco el mejor, dejaba el nerderio a aquellos dispuestos a tragarse libros todos los días. ¿ÉL? Prefería un buen partido de Quidditch.

No fue hasta que la tuvo a un par de metros que notó entonces que una joven se encontraba recostada sobre el pasto, allí por donde él iba a caminar. El sol le daba de lado a sus ojos hacía que era difícil tener una clara visión del frente. –Hey- saludó a la jovencita sin estar muy seguro de quien se trataba, pero de algo si estaba seguro: era una Slytherin. Su uniforme lo gritaba y el del Potter gritaba ‘soy león’, aunque se tratara en parte del uniforme de quidditch de su equipo. Y en parte porque traía los pantalones de ese uniforme, y el sweater de su casa; sucedía que los pantalones anchos del uniforme clásico eran todo un dolor de cabeza para volar. –Creo que no nos conocemos. Soy James- se presentó tranquilamente.

Algunas ideas me venían a la cabeza mientras disfrutaba del silencio, la primera, era que debía volver y acabar con las tareas, pero no tenía ningunas ganas, por lo que no me moví ni un poco de donde estaba, ya haría la tarea luego, antes de caer rendida en la cama.

No me percaté de la presencia de alguien más en el lago hasta que sus pisadas comenzaron a sonar cerca, abrí los ojos, un tanto cegada por el sol, no podía ver bien, pero a quien le importaba, por la silueta se veia que venia del campo de Quidditch, llevaba una escoba cargada al hombro, era obvio que venia de allí.
Llevé una de mis manos a mis ojos para dar un poco de sombra cuando él me llamó la atención y me senté en el césped para luego ponerme de pie.

Creo que no nos conocemos. Soy James

No, no lo conocía, a ningun James, y era extraño porque no parecía de primer año, quizá si lo había visto en algún partido de Quidditch, pero no, no lo conocía-claro que no, no conoces a nadie Mischa- comentó una voz en mi cabeza, cosa que era cierta, no se como esperaba conocerlo antes de escuchar su nombre.
A pesar de todo asentí con la cabeza y avancé unos pasos para verle mejor- No, creo que no nos conocemos. Soy Mischa Streck- dije mientras estiraba una mano en forma de saludo.

Era de Gryffindor, se notaba por su atuendo, el leon que descansaba en el sweater era inconfundible, de seguro sería un familiar de los Potter o de los Weasley, casi todos eran de Gryffindor, pero eso no era problema, en verdad habría agradecido encontrar a algun miembro de esas familias a principio de curso, porque tendría todo el año para conocer las historias que los hacían tan famosos por Hogwarts y por el mundo mágico.