Aires de distracción

Monotonía. Toda la mañana fue una absoluta monotonía, después de todo, siempre me costaba volver a la rutinaria vida en Hogwarts, aunque eso no quería decir que no me gustara. Era sólo que me costaba un poco tomar el ritmo en un principio. Los deberes, las clases y las tareas de prefecta, que nunca debía obviar ni que tampoco lo haría debido a que yo misma lo haría. Me tomaba muy en serio toda responsabilidad que tenía y eso siempre sería así.

Pero yo sabía lo que hacer cuando comenzaban las clases nuevamente y todas aquellas responsabilidades, y como si de un ritual se trataba, luego de comer, fui rápidamente hasta mi habitación para tomar la escoba, el reproductor de música mágico, debido a que los convencionales (vale decir los objetos muggles que funcionan con pilas o baterías) no funcionan en Hogwarts. Y la verdad eso era totalmente cuerdo, puesto que ¿necesitábamos en aquel mundo baterías o pilas? Definitivamente no.

La escoba en mano y un buen tema me acompañaron hasta salir a la cancha de Quidditch, la cual temporalmente no estaba ocupada por nadie, y yo perfectamente la podía ocupar para mi ritual: Volar. Si, y volar pasando en medio de los altos aros utilizados como portería. Y podía ser algo tonto, pero como me gustaba volar, y el volar atravesando los aros, para mi, era la perfecta combinación entre la libertad y las reglas.

[Libre]

Por decimoquinta y última ocasión di una vuelta al campo completo. Este año quedaría en el equipo de Quidditch de la casa, pero no codiciaba el puesto de capitán contrario a las insistencias de mi buen amigo Sergey Clapton. Decoro era lo que me sobraba para andar repartiendo órdenes a chicos que conformaban mi misma casa, y era amplio amigo de todos. Mi padre una vez mencionó que por encima de la humildad con la que me negaba a tomar el liderazgo estaba una capacidad tal de Dictador Totalitario en un país utópico: la comprensión. Paré la escoba en el extremo sur del campo; el sudor comenzaba a extenderse por mi espalda, tornando una tarde de por sí templada en calurosa. Me saqué la polera de manga larga que amarré en la cadera de mi pantalón deportivo. La delgada playera "sport" sin manga se pegaba a mi piel, pero en poco estaría húmeda por el aire que refrescaría el sudor. Todo se debía al calentamiento pre-entrenamiento donde el Quidditch poco tenía que ver pero al final contribuía a la condición que daba de resultado.

Un suspiro al aire se fue solitario, bailando con mi mirada hacia el cielo con un brillo anaranjado por la tarde que caía, dando pié a la vejez de un día que cada minuto consumía su vida hasta el crepúsculo. Moría ante un inevitable manto estrellado que con antelación, ahora cubría el cielo y se transparentaba a través de las nubes con un naranja sepia.
La mirada voló más abajo y contemplé abajo, más abajo en el pasto de verde y brillante, que una figura delgada caminaba de forma que a mí ver, podría estar escogiendo un lugar propicio para alzar vuelo. De mi postura pasiva que sentado en la escoba tuve hasta ese momento la torné a una en picada, tomando la SaetaFénix del mango. El aire rozaba fuertemente mi piel, la “sport” se ondeaba dejando al descubierto parte de mi abdomen y en menos de 20 segundos estaba en el suelo, caminando con la escoba en mano al igual que la chica muy conocida a pocos metros de mí.

Llevé una mano hacia mi cabello para acomodarlo un poco, y después troté hacia ella.

- ¡Nicole! – Alcé la voz, acercándome a trote. La aludida se volteó a verme, sonreí al llegar a donde estaba y le saludé con un beso en ambas mejillas como era mi costumbre –¿Has tenido un buen día? Espero que sí.

Solté un suspiro involuntario y sin razón mientras me acomodaba el cabello por debajo de la capucha-gorro que tenía la prenda superior que llevaba aquel día acompañando así los jeans oscuros. Obviamente no iba a usar falda si iba a volar. Eso es algo infinitamente indiscutible, aunque tampoco era que alguna vez no lo hubiera hecho, pero por supuesto, con mucho cuidado, tal como mamá me había enseñado.

Estiré los brazos alzándolos hacia el cielo al mismo momento que la mirada, y entonces caí en cuenta de que no estaba sola, y que seguramente el volumen de la música me había transportado a otro mundo. Un mundo donde simplemente los hermanos Gallagher eran mis acompañantes. Me quité uno de los audífonos aunque con un movimiento de la varita la música finalizó, para así, poder tomarle toda la atención que merecía mi acompañante, porque además de llamarme y hacer que volteara a observarle, ahora se acercaba y así, sabía perfectamente de quien se trataba.

Tomé la escoba con una mano acercándola a mi cuerpo para que no se cayera, y con la otra, lo saludé a medida que acortaba la distancia entre los dos -Hola, Ethienne!.- lo saludé alegre y recibiendo y respondiendo aquel saludo de un beso en cada mejilla que era su marca personal. Siempre tan caballero.

-Volviendo a la rutina. Ese ha sido todo mi día.- le respondí encogiéndome de hombros -Espero que el tuyo también haya sido bueno.- deseé sinceramente, esbozando una sonrisa. Ese chico siempre me había caído bien por su personalidad y por el trato con los demás, algo que quizás poco se veía ahora. Aunque si pensaba en alguien, podría venirse a mi mente Albus Potter, el primo de Dominique. Él también lo era.

-¿Estabas haciendo ejercicio o algo así?.- inquirí curiosa, puesto que no pasaba desapercibida su vestimenta -¿O es que eres otro que le gusta volar pasando entre los aros del campo de Quidditch?.- pregunté soltando una suave risa, puesto que sabía que no era así. No creía que a nadie más se le ocurriera esas...cosas. Por no decir estupideces.

El saludo fué correspondido con igual animo, su cabello castaño me decía que apenas llegaba al campo y que la acción de quitarse los audífonos se lo había revuelto un poco. Por la forma en que se refirió a volver a la tradicionalidad de los días de escuela pude notar que había un poco de eso en mi. Muchas ganas de estar en clases, no. La vida en este colegio era otra historia. Como ella me encogí de hombros.

- No me quejo, aunque si le hubiera quitado las clases hubiese sido excepcional - Sinceré con ancheando la sonrisa. Flexioné un brazo para cruzarlo y tocar el otro pues era la manera en que me cruzaba de brazos desde que tengo memoria. Parpadeé un poco antes de contestar su pregunta, a lo que después asentí con la cabeza - Me preparo para el Quidditch. Este año tengo como meta entrar al equipo...pero me sorprende que nadie se haya inscrito para ser capitán.

Una ráfaga de viento pasó por todo el campo, los mechones del cabello de Nicole se esparcieron por todas direcciones (sin contar que mi cabello, que me llegaba un par de centímetros debajo del oído). Moví la nuca tal cual perro lanudo para lograr que cayera en su sitio de forma natural, a diferencia de mi compañera.

- Te ayudo - Dije al momento de pasar los dedos por su cabello, acariciandolo un poco hasta que estuviera en donde antes. - Está listo - Agregué poco después, dado a su mudismo que seguro era causado por lo raro de la cercanía, lo que me hizo sonreir sin nada de peso en mi consciencia - El clima está loco ultimamente, leí en una revista Muggle que se trata de algo llamado "Calentamiento Global" - le dije, algo asombrado - ¿Puedes creerlo?.

No juzgaba a los Muggles por las causas que decía en la revista, pero por lo que leí, parece algo serio. Pensar que poco a poco el planeta se fuera degenerando; marchitándose como una flor hermosa por el descuido de una civilización cambiante y exigente era un hecho que a nadie (por más adinerado, prepotente que fuere) podía caerle como si fuese una simple cuestión. Volví a cruzar los brazos de la forma tan peculiar mia y entonces, recordé las palabras de Nicole.

- Volar sí, aunque no me parece mala idea hacerlo tras los aros. ¿Es una señal, sabes? - Pregunté sonriendo - Debe ser a que tienes una inclinación al Quidditch, y eso te lleva a asociar el volar cerca de los aros con la paz mental que te daría un masaje relajante.

Contestó mi pregunta sonriendo y con una postura que denotaba mucha seguridad, o eso era lo que me decía mamá. Ella y sus análisis a las personas, y por supuesto esas personas siempre habían sido mi hermano y yo éramos el centro de análisis para sus conjeturas posteriores. Esbocé una media sonrisa al recordarla, y entonces parpadeó. Leve sorpresa, eso decía mamá que significaba eso, pero entonces la que parpadeó esta vez y si que era de sorpresa, fui yo.

-¡Eso es genial!.- exclamé alegremente, apoyando una mano en su brazo en señal de apoyo -¡Y claro que entrarás...no sé como, pero sé que lo harás!.- agregué en un tono un poco más solemne, y finalmente asentí a su último comentario -Así es, nadie ha ido aún. Varios me han comentado que es porque Reynolds, el último capitán era perfecto, y entonces ahora muchos tienen miedo o algo así de que no lleguen a estar a la altura de lo que Reynolds...- expliqué encogiéndome de hombros y alzando una ceja -Yo la verdad no recuerdo a San Reynolds, así que de eso no puedo opinar nada más que los líderes están convirtiéndose en cobardes.- me atreví a opinar frente a la presencia de mi compañero. Y es que él no era alguien como para desconfiar o como para guardarse una opinión, puesto que él se caracterizaba por la tolerancia y respeto con los demás.

Entonces una ráfaga de viento se interpuso en nuestra charla, haciendo que cerrar los ojos debido a las cosquillas que mis propios cabellos crearon al roce de ellos en mi rostro, y cuando el viento ya pasó, me di cuenta de que varios cabellos se habían estacionado en mis rostro impidiéndome la vista. Resoplé para intentar que se movieran, pero nada pasó, aunque en realidad no tuve que hacer nada, puesto que Ethienne en esos precisos momentos me estaba ayudando con tanta suavidad a ordenarlo, que por unos instantes me quedé en silencio, algo muy raro en mi a decir verdad. Anunció que ya estaba listo, y yo asentí en silencio por unos segundos hasta que por fin pude hablar -Muchas gracias...- le dije con una sonrisa enderezándome un poco más.

Y entonces habló del "Calentamiento Global". Si, de eso estaba enterada gracias a mi padre, pero no entendía la verdad por qué mi compañero lo había recordado y comentado ahora -Así es, y eso pasa porque el mundo entero no tiene magia consigo. Eso el decía a mi padre la última vez que lo vimos en el noticiario muggle, que si todos fuésemos magos, nadie tendría que contaminar con autos porque simplemente, nos podíamos aparecer, o volar en la escoba o usar la Red Flu.- le dije soltando una leve risa al finalizar aquello. Si, a veces tenía esas ocurrencias.

Entonces volví a pestañear debido a la sorpresa, y no puede evitar sonreírle mientras lo dejaba hablar para que continuara cuando me di cuenta de que no pensaba que lo que yo hacía, era una estupidez. Asentí levemente y me encogí de hombros -Me encanta volar y el Quidditch, pero debo decir que soy pésima jugando.- confesé con una leve mueca -Pero aquí estoy...viniendo a volar y te encontré.- agregué rápidamente -¿Te gustaría que te ayudara a entrenar o algo así?.- propuse alegre. Dependiendo del puesto que él quisiera tomar, siempre podía ayudarle en algo con un poco de magia -¿Cuál es el puesto que deseas tomar en el equipo?.- volví a preguntar por curiosidad y pensando rápidamente en como poder ayudarle en estos instantes.