Primer día en Hogwarts

[Privado para Lily Potter, después si quiere puede entrar algún Weasley]

Era su primer día en Hogwarts. La noche anterior habían llegado al castillo, habían tenido la cena en el Gran Comedor y finalmente se habían ido a sus salas. Realmente no había tenido tiempo ni de hablar con sus amigos porque por alguna razón había llegado con ganas de dormir, y lo había hecho. Porque cuando James Potter tenía y quería dormir, no lo paraba nadie, era un maldito oso dormilón. Su madre siempre se lo decía pero nadie podía quejarse de él, porque era un excelente ejemplo para su casa, si bien muchas veces se mandaba algunas travesuras -por no decir siempre-. Salió del dormitorio de los chicos a toda velocidad y bajó la escalera en forma de espiral de igual forma, ¡aquel día iría a Honeydukes!, si encontraba tiempo. Además ya quería ir a practicar al campo de Quidditch, extrañaba el campo de Quidditch de una forma alarmante, ya quería que los partidos comenzaran.

En la sala común encontró a sus compañeros, reunidos charlando entre ellos, probablemente de cómo les había ido en las vacaciones y que habían hecho para divertirse. James tenía muchas cosas que contarle a sus amigos también. Se dirigió hacia la salida pero entonces una voz llamó su atención, se trataba de una de sus compañeras de curso, Rhonda, estaba más buena que todo Gryffindor junto en su opinión. Así que volteó tan rápido que se olvidó de que demonios hacía dirigiéndose a la salida. Se acercó a la joven y comenzaron a charlar, si es que se podía decir charlar, porque lo que hacían era programar una cita. La chica tomó un mechón de su cabello y acarició levemente el rostro del joven, James sonrió de lado. La tenía comiendo de sus pies. Observó entonces por sobre el hombro de la jovencita que su hermana se encontraba en la sala, y carraspeó. –Hablamos luego, Rhonda- le dijo y esta besó su mejilla para seguir su camino hacia la salida.

James se dirigió hacia su hermana y se sentó olímpicamente a su lado mientras con su varita atraía el periódico que cargaba un alumno de primero. –Lily, ¿Qué haces?- preguntó abriéndole el periódico y viendo que traía. Él aún no hacía su suscripción a El Profeta aquel año pero la haría, así como al Quisquilloso, porque no quería que la amiga de sus padres Luna, le dijera algo. Aunque de cualquier forma sabia que el Quisquilloso era cuestión de tiempo para que empezara a llegar solo, Luna siempre hacía eso.

Ahí estaba otro año en uno de mis otros hogares, porque las casas de mis primos lo eran para mi, un hogar, y Hogwarts, por supuesto que también lo era. Y por supuesto que con ello, me sentía nuevamente un tanto mal por no compartir casa con mi querido Albus. ¿Se sentiría solo alguna vez?, ¿me extrañaría?, porque yo si lo hacía cuando estábamos separados por unos cuantos pisos y por la estúpida guerra de nuestras casas que poco me importaba. A veces pensaba que quizás, debería haberme ido a Slytherin con él, para apoyarlo y no ser el único, pero el destino era así, y así se acataba.

El banquete estuvo realmente exquisito, como siempre gracias a los Elfos Domésticos que para mi opinión, cocinaban como los Dioses (algo en lo que seguramente tío Ron podía apoyarme, pues siempre tía Hermione me contaba de lo mucho que a tío Ron le gustaba comer en Hogwarts, aunque yo le decía que eso también era en nuestra casa). Y tan bien había comido, que decidí recostarme temprano para leer alguna cosa, o conversar con las chicas, pero finalmente el sueño y la emoción de estar allí nuevamente, me ganaron dejándome en un descanso muy merecido.

A la mañana siguiente, desperté temprano, así es que para no estar sola despierta en nuestra habitación, me vestí tranquilamente y bajé a la sala común para encontrar alguna cosa que hacer o...tal vez escaparme para ir a volar un buen rato. Me senté en una butaca grácilmente moviendo la varita para hacer aparecer una taza de té para deleitarme con su sabor.

Unas galletas y el té me alegraron el comienzo del día (que ya estaba más ajetreado porque la gente comenzaba a bajar, o eso oía), así que decidí ir a dar un paseo matutino cuando me levanté sonriente de la butaca, pero fue la voz de mi otro querido hermano lo que hizo detener mi camino y quedarme de pie, observándolo silenciosa para que no se diera cuenta de que estaba allí. Y así fue, pues todo su flirteo con su compañera, fue visto por mi aunque de vez en cuando necesitaba rodar los ojos o hacer alguna mueca. Pero finalmente, mi hermanito si se dio cuenta de que estaba allí, y le sonreí con inocencia mientras se despedía de su amiga.

Volví a sentarme justo antes que mi hermano lo hiciera justo a mi lado, y no pude evitar chasquear la lengua cuando le quitó El Profeta a un pobre chico de primero. Negué con la cabeza desaprobando aquella acción, pero cuando me preguntó que hacía, una mueca divertida apareció en mis labios -Estaba viendo como desayunas los mimos de las chicas.- le contesté alegre -Aunque he de decir que esta vez, ella se comportó un poco mejor que otras ocasiones, "Jamie".- le dije soltando una risita al recordar como la chica lo había llamado una vez sin querer.

Ya había pasado el día clave en Hogwarts, el día en que todo el mundo se ocupa de organizar sus pertenencias, de hacerse de nuevos compañeros de habitación o simplemente ponerse al día con los ajetreos y los chismes más delirantes. Para mí ese día había transcurrido con su debida rapidez, había organizado todo y ahora solo me quedaba organizar la lista de artefactos en broma que efectuaría durante el resto del año. El hacer la lista me había tomado mucho tiempo, decidiendo que artilugios serían mejor que otros y para quienes serían mejores, si algo estaba claro era que pocos se salvarían si no llevaban el apellido Potter/Weasley o Lovegood por detrás.

Poltergeist (Peeves) – releí con cuidado y inmediatamente asentí pensativo. Ese era mi primer objetivo, dándolo por seguro de que no causaría más que desastres ya que ese espíritu era indestructible, incansable e irremediable. Por lo demás me tenía mucha fe, podría con ello más que con otro alumno de Hogwarts ¿Quién diría que no?

Continué por los pasillos recordando el desordenado y ruidoso traje que siempre llevaba este malhechor por los escondites de Hogwarts, casi podría escuchar esa voz chillona que no hacía más que burlarse de todos incluyéndome y a mi familia ¿quién demonios en el mundo mágico se creía esa criatura para insultar a mi familia? ¡Ya se las vería!

Estaba claro que todo eso lo hacía por el honor a los Weasleys y todo familiar cercano, no dejaría que un insignificante espectro como él se rebasara de ese modo hablando a tales extremos sobre mi familia, y estaba claro que me costaría ya que no recordaba al Tío George mencionar alguna derrota de Peeves ante ellos, o quizá nunca se lo hubiesen comentado pero lo que importaba era que tenía algo propuesto en mente y no lo olvidaría hasta cumplir con ello –Oh si – dejé escapar con confianza propia –¿Pero qué dices? – se quejó la Dama Gorda que acomodaba su cabello con cuidado y parecía indiferente a algo que no fuese su cabello, el vaso de vidrio o su voz –Oh, no. Nada – musité con rapidez y le dirigí la contraseña para que me dejase entrar. Una vez estuve dentro guardé con cuidado el papel en uno de mis bolsillos y observé quienes se encontraban por allí.

A mi derecha había un grupo de chicas susurrando y dándose chismes de última farándula (dándolo por seguro a juzgar por sus rostros) pero en una de los sillones cercanos a la estufa algo me atrajo más la atención, era una cabellera pelirroja muy llamativa que estaba sentada junto a otro individuo. El pelirrojo era buena señal y no tuve miedo de acercarme y apoyar mi mano en su coronilla luego de reconocerle –Lily-Lú – exclamé a modo de saludo y le sonreí ampliamente. Luego me dirigí hacia James con un movimiento rápido de mano –James, ¿qué se traen? – pregunté luego, bastante animado de verlos allí.

Leer las noticias era un pasatiempos, muchas veces solía ver a Harry, mi padre, en ellas. Por ello las leía, pero en aquel día no había nada relacionado más que al comienzo de Hogwarts. El Profeta mencionaba que ‘El Colegio Hogwarts abre sus puerta como todos los años para los jóvenes magos’ , mencionaban también que habrían también nuevas integraciones al equipo de Profesores, y ahí mencionaban a Ted Lupin. También mencionaba que Madame Pomfrey dejaría su puesto de trabajo después de tantos años y sería suplantada por la sanadora Victoire Weasley. Mencionaban algo de todo un poco pero nada como aquella chismosa de Rita Skeeter, parecía que aún no se retiraba de la farándula y era todo un dolor de cabeza, pero yo evidentemente no recibía Corazón de Bruja, ¿En qué cabeza cabía?. Así que no debía preocuparme, sólo que si de vez en cuando escuchaba a las chicas hablar sobre esa revista y Rita Skeeter. Me quedaba con el Profeta, menos problemático en cuanto a relaciones. Y yo, claro estaba, no era bueno en ellas.

-Oh- mencioné frunciendo los labios. La miré desconforme al escuchar que me decía Jamie, ¡como odiaba aquel sobrenombre!. Ted también tenía un problema con aquello, y yo sabía que era para burlarse de cómo me llamaba mi madre y mi abuela Molly. Porque evidentemente él no sabía como me llamaban las chicas en Hogwarts, ¿o si?. -¿Has visto que Ted dará Defensa?- le pregunté al pensar en aquello y en aquel momento elevé mis ojos hacia un pelirrojo familiar. Sonreí de lado, entretenido, hacía bastante no lo veía (aunque aquello implicara sólo algunos días). –Pues le comentaba a Lils que tendremos a Ted en Defensa, ¿increíble, no?- Añadí de nueva cuenta acomodándome mejor en aquel sillón de la sala común de los leones, prácticamente mi segundo hogar mientras pensaba en que sería de mi nuevo día. Tenía un par de planes para la tarde después de clases.

Simplemente debía ir a ver si la compuerta secreta con Honeydukes aún estaba ‘transportable’ e iría, no muy tarde, porque sino sería muy evidente. Quizás dicho sea de paso ya me pasaba a visitar a Tío George, él me conocía lo suficiente como para saber que jamás en mi vida dejaría de ser yo mismo en cuanto a problemático. Pero así era yo, y así le gustaba a todos, aunque la mayoría no quisiera aceptarlo. Porque sabía bien que muchos se osaban de decir que ‘no me soportaban’ pero por debajo lo único que buscaban era una guiñadita por mi parte, y listo, asunto resuelto. Por supuesto que hablaba de chicas, ¿De qué más?. Para James Potter era Quidditch y chicas, y diversión. No había nada más para pasarla bien. Además era mi último año, la pasaría en grande. Al que no le gustara que no mirara. -¿Y tu que te traes, Hugo?- pregunté lanzándole la revista al alumno de primero.

Me divertía tanto ver a las chicas mirando a mi hermano de esa manera, porque en realidad ellas no tenían ni idea que mi hermano en realidad no estaba realmente interesado en una en particular, y eso, lo sabía porque era su hermana y lo conocía bastante bien. Ensanché la sonrisa cuando me miró de esa manera cuando lo llamé Jamie, y le lancé un beso fugaz para crear la paz entre nosotros. Sólo era na bromita de hermanos.

Y cuando le iba a decir otra cosa, una pregunta que me hizo ocasionó que abriera mucho los ojos contenta -¿Teddy será nuestro profesor?. ¡Genial!.- exclamé ansiosa de verlo. Si, yo adoraba a todo y absolutamente toda mi familia, sin excepciones. Y uno de sus integrantes, y mi "partner", porque nadie más me saludaba de esa forma, llegó para acompañarnos.

-¡Hugg!.- lo saludé animada, ensanchando más mi sonrisa e indicándole que se sentara a mi lado -¿Has visto como este año esa gata que tiene más de mil vidas está más "viva" que nunca?. ¡Anoche no pude dar mi paseo nocturno porque me vio de inmediato!.- señalé frustrada, refiriéndome a la señora Norris. A veces pensaba que quizás, ella era inmortal o algo así.

Noté como mi hermano le lanzaba la revista al pobre chico de primero de esa manera, y alcé una ceja desaprobando aquello. Le dediqué una cálida sonrisa al pequeño (que en realidad muy grande no era yo), y moví los labios formando las palabras "Lo Siento Mucho" en ellos, disculpando el comportamiento de Jamie, el alumno de último curso. Si, por eso se comportaba así.

-Y bien James, ¿este año podremos asistir con Hugg a las fiestas que hacen a escondidas?.- le pregunté esperanzada, pues siempre quise ir a ellas aunque fuera a mirar. Me parecía interesante -Me dijiste que cuando fuera en cuarto año, y aquí estoy.- le recordé mirándolo fijamente.

Luna alzó su mirada y me saludó apodándome como Hugg a lo que le sonreí afectuosamente. Luego James se volvió hacia mi y me comentó que Ted Lupin sería quien daría Defensa Contra las Artes Oscuras ese año, casi podía regodearme de comodidad al pensar que sería él, tan amigable, dando lugar a las clases que no atraían del todo mi atención –¡Eso es genial! - exclamé y aprobé la invitación de Luna a sentarme a su lado. Al instante en que me senté el sillón se amoldó de acuerdo a mi compostura dejándome hundido entre almohadones de colores típicos de Gryffindor –La Sra Norris… – repetí recordando la figura de la gata de Filch, el velador del castillo. En medio de travesuras el primer obstáculo era evitar toparse con ese desagradable animal de ojos astutos y pelaje descuidado–Creo que le implementan algún tipo de poción revitalizante para estos años, aunque dudo el por qué pero puedo apostar a que será eso lo que le ha vuelto ''misteriosamente'' más vivaz - agregué luego de uno segundos mientras veía que James le devolvía el periódico a un joven de primer año – ¿Y tu que te traes, Hugo?- me preguntó entonces y yo volví mi mirada casi de inmediato para demostrarle una sonrisa pícara que seguro sabría lo que significaría: alguna que otra broma ya planificada –Oh pues… – comencé ajustando mi sonrisa para disimular mi emoción ante la perspectiva de comentárselo y observé otros alumnos a nuestro alrededor –digamos que hace un tiempo guardo un buen paquete de bombas de estiércol, caramelos enfermizos y demás. Por cierto, conseguí nuevas píldoras que cambian el color del rostro en tan solo segundos al igual que el color y el tamaño de la lengua, no los he probado en nadie aún temo a que podría ser peor de lo que espero – les comenté, añadiendo al plan bromas a Luna, como era de esperar. Luego de esto escuché algo de reuniones de James y tan solo me volví a verlo con un leve brillo de esperanza en los ojos –¿Qué dices, James? – agregué luego de los comentarios de Luna hacia su hermano, debíamos incitarle a que nos permitiera ser parte de esas fiestas secretas.

James hizo aparecer un vaso y un líquido brotó de su varita, no era más que jugo de calabaza. Tenía algunas tácticas escondidas. Le dio un sorbo y observó a su alrededor aquella sala común, observando a sus compañeros de clase hablar entre ellos, reír y conjurar algún que otro hechizo que habían aprendido en vacaciones.

¿Hugg? Repitió mentalmente el Potter mientras elevaba un poco una ceja y decidía que en algún momento de su vida Hugo sin lugar a dudas comenzaría a replicar cosas como ‘ya he crecido’, a no ser que aquello no le molestara en lo más mínimo. Quizás él era el único complicado al que le molestaba que le inventaran diminutivos a su nombre. Aunque si alguna chica linda venía y le decía ‘Jamie’, él no podría resistirse. Tampoco se podía ser tan maleducado, claro que no. -¿Paseo nocturno?¿No estás un poco chica?- Preguntó el castaño al aire sin realmente prestar mucha atención a aquella, solamente preguntando. Y sucedía que Lily había crecido muy rápido, eso había sucedido.

Volvió su atención hacia su primo, el hijo menor de Ron Weasley, el mejor amigo de su padre. -¡Eso es fabuloso! Quiero una de esas, podríamos probarlas con algún Slytherin..- Comentó James, si, a veces podía ser bastante cruel con las serpientes pero a él no le importaba demasiado, de hecho prefería mantenerlo así. Después de todo con alguien uno debía experimentar, ¿qué mejor que ellos?. Volvió a darle un sorbo a su jugo y los observó a ambos sin entender a que se referían pero luego volvió su vista hacia la chimenea y el retrato que se encontraba sobre esta, claramente entendía lo que ellos querían decir pero se hacía el que no. -¿Ya estás en cuarto?- comentó tranquilamente a Lily volviendo su rostro hacia ella con atención. -¿Y tu en que curso estás Hugo?- James siempre se hacía el gracioso. Le encantaba molestarlos.

Mi hermanito se auto-sirvió algo que hizo aparecer con la varita, y yo simplemente lo observé tranquilamente. James no era un perdido como para estar bebiendo Whisky de fuego o alguna otra cosa. Podía ser un molestoso e incluso pesado, pero nunca un perdido. Sonreí alegremente pensando en que mis dos hermanos eran dos ejemplos a seguir y que admirar por igual, tal como lo hacía. Quizás por eso que a veces me sentía envidada, porque mis hermanos, eran los mejores. ¿O quizás era porque vivía con dos de los chicos más guapos de Hogwarts?. Si, eso también.

No pude evitar soltar una risa al oír a Hugo contándome de las hipótesis sobre la señora Norris, y es que en verdad si que parecía eso. ¡Si los gatos se suponía que tenían siete vidas!. ¡Y ésta tenía más de mil ya!. Giré el rostro buscando con la mirada a mi hermano frente a aquel comentario tan propio del comienzo de una sesión de "Hola, soy James Potter y me gusta hacerle saber a mi hermanita que es una niña" -Quizás si recordaras que tienes una hermana en Hogwarts, y no una mascota para mofarte, te habrías fijado que ya cumplí quince años.- exclamé levemente molesta. Odiaba cuando todo el mundo me repetía que era una niña, de que tenía y tenían que cuidarme. ¡Si ya tenía quince!.

Le presté especial atención a los planes de Hugo, aunque debía reconocer que los que más me llamaban la atención eran las píldoras esas que cambiaban de color al rostro y aumentaban el tamaño de la lengua -¿Funcionaría con gatos o poltergeist?- le propuse esperanzada de ello. Cuarto año: Sra. Norris; Ya estaba dicho. Me dediqué a desaprobar la idea de James sobre los Slytherin, porque nada le habían hecho. Era cierto que habían unos muy, pero muy odiosos, pero tampoco íbamos a ir por la vida haciéndoles bromas pesadas para ensanchar la enemistad entre las casas. Suspiré algo cansada, y con la varita en mano, apunté a los rincones de la sala común que algo desaliñadas estaban.

Volví a retomar la conversación al ver que era el turno de James para responder a unos esperanzados primos sobre aquellas reuniones, pero mi queridísimo hermano se limitó a mirarme con atención y muy tranquilamente al preguntarme si ya estaba en cuarto, y luego, le preguntaba el curso al cual asistía Hugo. Me puse de pie casi de un salto, y por el subidón de molestia que tenía, uno de los almohadones que apuntaba con la varita para ordenar la sala, se partió por la mitad y las plumas comenzaron a salir como si de una lluvia se tratara -¡Por las barbas de Merlín, James Siruis Potter!.- exclamé molesta sin poder contenerme.

Negué con la cabeza nuevamente, luego de mirarlo asesinamente, y me volví a sentar desviando su mirada -Eres tan encantador como un lazo del diablo, hermano mío.- musité lo más tranquila que podía. Él era el único que me exasperaba de esa manera, y eso, incluyendo slytherins.

A James parecía no importarle lo que le decíamos es más disfrutaba de su poca atención haciendo enojar a Luna preguntándole su edad y si estaría realmente preparada para ello, conociéndole supe que armaría uno de sus melodramas para remover el comentario de su hermano. Para mi, era divertido verle enojada siempre y cuando sus hechizos no cambiasen de rumbo hacia mi rostro –Tenlo por seguro, te guardaré unas cuantas – le aseguré a James en cuanto el exclamó que querría algunas píldoras para utilizarlas contra Slytherins. Imaginar el rostro de un grupo de serpientes de color verde y con lenguas en combinación no tenía precio, ya casi me reía de solo imaginármelo – ¿Funcionaría con gatos o poltergeist?- preguntó Luna y me volví a verle. Estaba seguro de que era muy probable que funcionara con los animales pero ¿realmente funcionaría con un…poltergeist? ¿Con Peeves? No, imposible

-Supongo que con los gatos sí – le respondí sonriendo amistosamente y continué viendo el semblante sereno de James que no dejaba de beber de esa copa el líquido que había conjurado –¿Ya estás en cuarto?- escuché que le decía James a Luna, automáticamente desvié la vista y me preparé para escuchar un sermón. No estaba seguro si sería así con todas las chicas de Hogwarts pero la mención de la edad era como una maldición prohibida y aún sumándole el tono de indiferencia de James, seguramente Luna diría un par de disparates.

¡Plush! –¡Por las barbas de Merlín, James Siruis Potter! – dí un repingo de la sorpresa, no sabía que tan elevados eran los tonos de Luna hasta entonces. Me volví a ver al culpable esperando a que resolviera el desastre y luego observé como unas plumas a lo lejos caían hacia el suelo ¿acababa de explotar un…almohadón? ¡Válgame! Sostuve una mirada intranquila en ambos y esperé a que James reparase lo que había dicho pero él, sin preocupación aparente, me preguntó en qué año estaba yo –Pues…en cuarto, también – respondí con rapidez y no mencioné mi edad ya que no me parecía realmente necesario.